Hace unos días, entre danzas de mezcal, piedras y tambora, mi sombra se paseaba en aquel lugar de tonos rojos de nombre Zacatecas.
En El Edén, mina que cubrió de oro a la corona de España, tuve un mar de ideas en la cabeza. Un mundo de riquezas, oscuro, sofocante; un mundo ajeno a mi entendimiento donde la condición humana pendía de la fragilidad de un tronco, de un costal en la espalda, de una mina inundada...
Subiendo a La Bufa, el cerro, extrañé a Eric. Hermosos colores que ví.
Y en un instante viví ahí una batalla, fotos de 1914 inundaron mi momento. El tren, carbón, un rifle, la sangre de un hombre.
Juana Gallo vive ahí.
Y el bastón de Juana Gallo ha quedado atado a la mítica cantina de "Las Quince Letras", lugar donde una tradición se ha creado; en sus paredes cunden los dibujos, los callejones, las letras, colores... Y ahí, una noche, saboreando mezcal Huitzila e inundando mi cuerpo de canciones del folklor mexicano, me perdí.
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