Este domingo mis pies tuvieron una aventura, pasó otra vez, no podía dejar de caminar; tenía que llegar a la cima.
Cada vez que mis pies comienzan descubro algo que desconocía de mí. Soy un ser desconocido hasta que piso una montaña y entonces, me identifico, no con algo, sino con todo.
En algún punto del camino el cuerpo dá paso a una fuerza que ya no pende de este mundo, es entonces cuando los pies son como el agua y el cuerpo entero se transforma en otra piedra de Gaia. La posibilidad de claudicar está más allá de nosotros, es solo una idea.
Ya arriba todo se vuelve dicha; esta vez el banquete fué un buen sandwich de jamón aplastado que sabía a gloria y mayonesa.
Y el paisaje era hermoso.
3 comentarios:
Invocaré a esa fuerza para llegar a donde deba llegar.
Nos vemos en la montaña!!!!
Ahí nos veremos! Saludos
qué lindo paisaje!! cómo me gustaría que algún día pudieras convencerme...je
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